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En estos cuarenta años tus vestiduras no se han envejecido ni se te han hinchado los pies. Así podrás comprender que como un padre disciplina a sus hijos, el Señor te disciplina para ayudarte.

»Obedece los mandamientos del Señor tu Dios, vive de acuerdo con su voluntad y dale la honra que se merece.

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